Lloraban todos. Hasta el frecuentemente solemne Sergio Scariolo estaba conmovido. De qué manera no iba a estarlo. La proeza de este conjunto de jugadores y de este cuerpo técnico entra en el sitio más alto de la gloriosa historia del baloncesto de España. Equiparable, aun, por lo inopinado a aquel lejano dos mil seis en que Rudy Fernández se proclamó vencedor del planeta en Saitama. El día de ayer dieciseis años después, era el único superviviente de aquella generación gloriosa. En Berlín le pasó el testigo del éxito a una nueva hornada con 7 principiantes. 7. Y, aparte de él, solo los hermanos Hernangómez, dos titanes a quienes felicitó a pie de pista una historia legendaria como Dirk Nowitzki, estaban como link con aquel conjunto de los júniors de oro.
Las palabras se quedan cortas para acotar lo que habéis logrado!!!! CAMPEONEEEEEEES DE EUROPAAAAA!!!! ???
— Pau Gasol (@paugasol) dieciocho de septiembre de dos mil veintidos
Willy recibió del propio Nowitzki el título de mejor jugador del campeonato como confirmación de su irrefrenable desarrollo en la selección, mientras que su hermano Juancho (el mejor de la final), lloraba a lágrima tendida en el fondo de la pista. La selección ha pasado de tener el estrellato de los hermanos Gasol al de los Hernangómez con idéntico gen ganador. No en balde la historia del baloncesto de España está llena de sagas familiares.
Las once medallas de Rudy
Rudy, con once medallas ya en su palmarés como Pau Gasol, fue el responsable de cumplir con la tradición de recortar la red del aro. Él ha sido el líder del vestuario, además de Scariolo, de un conjunto que ha progresado a lo largo del campeonato de forma exorbitante. «Capitanear a este equipo ha sido un enorme orgullo, por la humildad que siempre y en todo momento ha tenido. El baloncesto te da en ocasiones estas recompensas», destacó el capitán. En su caso tuvo una personal. «Esta es la medalla más singular para mi, sí. Me faltaba mi gran pilar, mi padre, y sé que nos ha ayudado desde allí arriba», recordó sobre su fallecimiento el pasado mayo. Asimismo tuvo otro recuerdo para Sergio Llull, lesionado en la recta final de la preparación. Con su camiseta subió al pódium.
Treinta y tantos años viendote en una pista de baloncesto. Mas jamás me había sentido tan orgullosa de ti como en este Eurobasket. Has dado una lección de liderazgo y compromiso. Y me alegro tanto, que por fin, tengas el reconocimiento que mereces @rudy5fernandez ? pic.twitter.com/RorsrRz9MR
— Marta Fernández (@MartaFernandez5) dieciocho de septiembre de dos mil veintidos
En ese «grupo singular, increíble» en palabras de su capitán absolutamente nadie esperaba que culminara un éxito de este calibre. Seguramente ni mismos cuando aterrizaron en Georgia. Ganar una medalla ya era un botín. Otra cosa fue el desembarco en Berlín, donde partido a partido fueron derruyendo muros (Lituania, Finlandia y la propia anfitriona Alemania ya antes de la final).
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Llegar a lo más alto destapó todas y cada una de las emociones entre los más veteranos y los menos especialistas como el trío del Unicaja: Darío Brizuela, Jaime Fernández (el año próximo en Tenerife) y Alberto Díaz, el gran pelirrojo que reemplazó la baja por lesión de Sergio Llull y ha sido un pilar esencial para Scariolo. Como Lorenzo Brown, otro que ni podía imaginar cuando se cerró su polémica nacionalización exprés a inicios de julio que iba a lograr el mejor éxito de su carrera.
Desde el palco de la pista de Berlín un exjugador de baloncesto, del Estudiantes en concreto, como Pedro Sánchez aplaudía satisfecho.