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once Diferencias entre Principantes y Profesionales

En muchas ocasiones se olvida que las diferencias entre principantes y profesionales trascienden el oficio que se practica. No importa si se trata de la persona que barre las calles o quién diseña trajes espaciales. Tampoco es cuestión de destreza, más bien de actitud.

Se puede ser una persona mediocre aun teniendo muchos conocimientos y experiencia, por otro lado, se puede resaltar formidablemente aun con poca capacitación de base. La diferencia es un tema de mentalidad.

“Lo profesional” no es un estado, es una cualidad. Una forma de comprender y actuar en el oficio que se tiene. El mejor heladero del planeta no es pobre sencillamente pues imprime mucho valor a lo que hace. De esto se trata la profesionalidad.

Estas son las once diferencias esenciales entre las personas que trabajan para vivir y las que viven su trabajo:

1.- Los principantes se dejan llevar por los acontecimientos del día, los profesionales tienen una rutina

Los mejores exponentes, de cualquier oficio, comparten un rasgo en común: tienen una rutina, y la prosiguen disciplinadamente.

Realmente, la mayoría de lo que tiene por nombre grandiosidad es sencillamente el resultado de pequeñas acciones bien hechas día a día, una y otra y otra vez.

A fin de que esto resulte posible, los profesionales establecen rutinas. Así toman control de las activas del día. Suprimen preguntas y sorpresas controlando los sucesos.

Asimismo se dan cuenta que una rutina es inútil si el ambiente no es el conveniente para proseguirla, por eso crean su ambiente, no solo existen en él.

Para resumir, establecen los términos.

dos.-A los apasionados les chifla el premio, a los profesionales el proceso

Rara vez se alcanza la meta si la vista en la cima es lo único que motiva el escalamiento.

Es totalmente preciso que la carrera sea tan apasionante como el hecho fugaz de cruzar la meta.

Puede sonar como un clisé, mas los profesionales verdaderamente se enamoran del proceso.

tres.-Los principantes hacen que los procesos parezcan bastante difíciles, los profesionales hacen que parezcan simples

Esta es la “paradoja del esfuerzo”: hay que esmerarse más a fin de que algo parezca simple.

Los profesionales reconocen que esos desempeños que se ven “elegantes” y fáciles, son solo el resultado de mucho esmero y práctica.

Por el hecho de que esta es una verdad que el Cosmos no oculta nunca: las cosas pequeñas alimentan la grandiosidad.

cuatro.-Los apasionados culpan a el resto, los profesionales se hacen responsables de sus actos

Cuando se genera un descalabro o un fallo, hay dos géneros de interpretaciones:

  • El principiante mira cara afuera y los atribuye a mala suerte, circunstancias injustas, alguien que hizo trampa, etc.
  • El profesional mira cara adentro y reconoce falta de preparación, fallas en la rutina, irregularidades en la intensidad, etc.

Los individuos del primer conjunto se atascan y mustian, los segundos medran.

Los principantes atribuyen el éxito a la habilidad y el descalabro a la mala suerte. Los profesionales, por otro lado, asimismo reconocen el papel de la habilidad y la fortuna en todos y cada resultado, por eso se enfocan en los factores controlables y crean un ambiente en el que resulta más probable que la suerte los halle.

La responsabilidad personal siempre y en toda circunstancia produce progreso.

cinco.-Los principantes son como una luz centelleante, los profesionales son un faro

Bastantes personas son capaces de producir rachas de energía, no obstante, pocas logran generar flujos incesantes, día a día.

Quienes «resplandecen» intermitentemente pueden llamar la atención, mas las personas que alumbran el ambiente con sus actos, son siempre y en todo momento un referente.

A los profesionales les complace “marcar el reloj”, estar allá todos y cada uno de los días. A eso conduce la perseverancia, sumada a una sólida disciplina y una enorme resiliencia.

Como lo testimonia la historia de Converses Goodyear:

«Nunca apuestes contra alguien que sencillamente prosigue apareciendo, una y otra vez.»

seis.-Los apasionados efectúan 100 movimientos mediocres, los profesionales ejecutan uno perfecto

«No temo al hombre que ha practicado diez.000 golpes una vez, más bien a quién ha practicado un golpe diez.000 veces.» (Bruce Lee)

Los profesionales saben que el beneficio primordial se alcanza estableciendo las pautas y desenvolviéndose en el juego que dominan.

Por este motivo son:

  • Siendo conscientes de sí mismos para determinar su ventaja primordial.
  • Estratégicos para alinear las situaciones y los acontecimientos a esa ventaja.
  • Malignos para explotarla.

Se preocupan menos en trabajar sus debilidades y más en aprovechar sus fortalezas.

siete.-Los principantes temen al descalabro, los profesionales lo admiten

Hay otra evidente paradoja, la del fracaso: en tanto más se falla, más aciertos se logran.

Los “tiros a puerta” son precisos si se quiere marcar, pues en verdad ¡se pierde el cien por ciento de los tiros que no se hacen!

Por esto es verdad que el desarrollo más significativo frecuentemente procede de los mayores descalabros.

Los profesionales no admiten la derrota como algo ineludible, mas tampoco la temen.

Por esto, es bueno rememorar siempre y cuando uno es falible y que ocasionalmente va a fallar. Entonces, hay que abrazar el hecho y fallar de forma inteligente y veloz.

ocho.-Los principantes temen confundirse, los profesionales lo gozan

Ante su incompetencia:

  • El principiante se agita para distraerse e ignorar sus falencias.
  • El profesional pide apoyo para superar debilidades y reordena las cosas para eludir exposición.

Los profesionales adiestran sus psiques para admitir información nueva que conduce a cambios de puntos de vista y mejoras estratégicas.

Ven cada «actualización de software» como una versión que mejora la precedente y no como una incomodidad.

Por el hecho de que por último, son las mentalidades abiertas las que rigen el planeta.

nueve.-Los apasionados son intranquilices, los profesionales pacientes

Los principantes son pacientes con las acciones e intranquilices con los resultados, en tanto los profesionales son intranquilices con las acciones y pacientes con los resultados.

Los profesionales pueden retrasar las gratificaciones (su baja preferencia temporal les deja actuar en un largo plazo de forma más eficaz), mas al tiempo comprenden que el futuro se edifica desde pequeñas acciones al día.

diez.-Los principantes aguardan buenos resultados, los profesionales los crean

Los apasionados entran a la arena con los dedos cruzados, al paso que los profesionales lo hacen con un plan. Se dan cuenta que eso que lleva por nombre suerte es el resultado grande de miles y miles de acciones pequeñas.

Los profesionales multiplican la fortuna.

once.-Los apasionados presionan, los profesionales aguardan

Cuando los niveles de tensión y agobio aumentan:

  • El apasionado se siente incómodo y presiona en un esmero por avanzar velozmente hasta el final.
  • El profesional está cómodo, observa situaciones y contrincantes aguardando el instante oportuno para actuar y pegar.

El apasionado se mueve continuamente, pensando que avanzar cara adelante forma progreso.

El profesional, en cambio, se mueve poco a poco, hace incesantes pausas para meditar y actúa en consecuencia.

Esta es la paradoja de la velocidad: hay que reducir el ritmo para apresurar. La lentitud y la velocidad son estados que se trabajan con exactamente la misma suavidad.

Conclusión

El desempeño profesional es producto de una mentalidad bien definida de excelencia y distinción. No importa el oficio que se practique, en tanto se lo haga “mejor que nadie”.

Lo precedente responde efectivamente a conocimientos, habilidades y habilidades, mas es un tema fundamentalmente relacionado a la ACTITUD. No hay título o diploma que pueda clasificar a alguien como un profesional. Esta es una distinción que se alcanza desde la forma en la que se hacen las cosas. La función define al sujeto, no aplica lo inverso.

«Toda persona que desee triunfar profesionalmente en la vida, debe aspirar a ser “el mejor de todo el mundo en lo que hace”. No el mejor de la compañía, del distrito, de la urbe o del país, sino más bien el mejor de todos. Este es un individuo al que el destino le tiende mesa a fin de que se sirva lo que desee.»

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, radica en la urbe de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. En la actualidad se desempeña como Gerente de su Empresa, Asesor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Entrenador de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

Mail: [email protected]

Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos

Twitter: @NavaCondarco

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