ÚLTIMOS POSTS

No compita para ser el mejor, más bien para ser único

¿Hay diferencia entre ser el mejor y ser único? ¡Claramente! Hay una larga distancia cualitativa. La categoría de “lo único” expone condiciones extra-ordinarias, singulares, exclusivas, al punto que por esto no está poblada y tiene un solo exponente.

¿Es posible, se van a preguntar, ser único en algo cuando el planeta está poblado de millones de individuos, empresas, proyectos y proposiciones?

No es moco de pavo, mas es posible. Y en los hechos es un imperativo competitivo para quién pretende predominar y ser triunfante.

De una manera u otra, todos y cada uno de los profesionales y negocios compiten por ser “el mejor” en lo que hacen (por lo menos no se esmeran por ser mediocres o malos). Esto hace que la categoría donde se anotan esté formidablemente poblada y tenga una activa compleja.

Por otro lado, y no menos esencial, la actuación en esta categoría condiciona visiones y conductas que no pueden conducir al estado de “lo único”. Quienes compiten por ser “el mejor” corren por una pista que difícilmente lleva a lo excepcional.

Los que procuran ser únicos deben establecer pautas, delimitar modelos, explorar lo ignoto, develar lo dudoso, abrir rutas. Tim Grover lo expresa realmente bien al afirmar: “No compita con otros, haga que compitan con usted”. De esto se trata.

Cuando se compite para ser el mejor, se imita. Cuando se lo hace para ser único, se crea.

El factor más esencial de esta lógica es la distinción.

Quienes compiten en la categoría para ser únicos se apalancan siempre y en toda circunstancia en elementos que los distinguen del resto. Lo diferente jamás es igual y tiende a ser único. Es un tema de los pies en el suelo en muchos aspectos.

Frecuentemente, cuesta mucho hacer mejor lo mismo que hacen el resto, en la medida en que hacer las cosas de forma diferente es menos complejo y más efectivo. La distinción es el fundamento de lo único.

Ahora bien, lo diferente (que por esto es distinguido) es una cualidad de la naturaleza, no necesariamente es algo a lo que se deba llegar, realmente es un factor del que debe partir cualquier inquietud competitiva.

Todas y cada una de las personas son únicas y diferentes entre sí. Y si bien muy frecuentemente se ignore o menosprecie, exactamente en ello reside el beneficio. Es absurdo perder hermosa energía y tiempo tratando de imitar a otros cuando se pueden edificar fortalezas justamente desde las diferencias.

En los negocios pasa lo mismo. Es más fácil (y paga mejor), buscar la diferencia que esmerarse en ser el mejor. Si la distinción no está clara, el recorrido es una cuesta empinada que conquistan los que tienen más reservas y recursos.

Distinción es el término orientador, “elemento diferenciador” es el vehículo y “distinguido” el adjetivo del estado de “lo único”.

Para competir en la vida profesional o en los negocios, hay que valorar primero la distinción que se expondrá al mercado. Hacer de ello un factor diferenciador y conseguir, gracias a esmero y competencia, el estado distinguido. Esta es la fórmula.

Está claro que el proceso demanda competencia, evidentemente. Mas competencia en el sentido de capacidad, no necesariamente en la lógica comparativa. El representante de “lo único” no mira cada instante a derecha e izquierda para poder ver como van el resto, enfoca su visión en la meta. Él transita otra senda.

Es posible, lógicamente, que ésa “otra ruta” conduzca por último al mismo objetivo, mas lo hace sin congestión u obstáculos. Eso es lo que deja la distinción. Las vías de la competencia por ser el mejor están sobresaturadas,  y muy frecuentemente de agentes formidablemente hábiles. Es complejo deambular allá. En la medida en que la senda del diferente jamás está congestionada.

Efectivamente que en tanto mejor se hacen las cosas no tardan en aparecer imitadores, mas para ése entonces el beneficio está afianzada.

Ahora bien, de qué forma mantener el beneficio ya es una parte de otra historia. Nada evitará que el propio distinguido deba resguardar y proteger sus conquistas, pues la vida no se detiene jamás, evidentemente, ni tan siquiera para los diferentes.

Para el único, la “competencia perfecta” no existe, es un exponente de la activa monopolista.

Esto contrasta con las premisas económicas que sostienen desde siempre y en todo momento la teoría del libre mercado. Mas es absolutamente lógico, pues “el único” es por esencia un monopolio. Y en tanto esto es así, asimismo es un agente que puede optimar su desempeño, por el hecho de que entre otras muchas cosas, no precisa comprometer energía, tiempo y recursos en encargarse de contendientes.

Véase el caso de Google, una compañía que a efectos de su distinción en el mercado, tiene la libertad de portarse como un agente monopólico (esto en el sentido funcional, no en el legal). Su desarrollo puede ser exponencial y sus aportes sociales y económicos asimismo. Se da el lujo de establecer políticas vanguardistas en el trato de sus cooperadores y contribuir ciertamente en temas tan diferentes como el cuidado del medioambiente.

Una compañía ocupada en competir a brazo partido con sus contrincantes, no tiene tiempo ni recursos para contribuir en la evolución cualitativa de la industria o el medio en el que se desenvuelve.

Lo mismo pasa con un profesional. En tanto debe preocuparse de que no le pisen los talones o lo superen, goza de poca calidad de vida y aporta escasamente a su ambiente.

Ejemplos como el de Google en el campo empresarial hay muchos, todos de carácter distinguido: Amazon, Microsoft, Apple, Tik Tok, Intel, Tesla, etc. Cada uno de ellos de ellos es un exponente único en concepto de lo que hace. Pueden tener contendientes, ciertamente, mas habiendo trabajado una sólida distinción desde el comienzo, han dejado mucha distancia y “tierra quemada” tras de sí, lo que hace exageradamente bastante difícil que los alcancen (eso sumado a la eficacia que tengan en su administración, evidentemente).

Un caso interesante de la extensión y la repercusión que pueden lograr los exponentes de lo único, es el caso de la mayor Fundación que existe en el planeta. Una que se dedica a la atención de temas sensibles en los intereses de la humanidad: Bill & Melinda Gates Foundation. Esta es producto del desempeño empresarial de una corporación en particular: Microsoft.

Ser el único no solo paga en coyuntura, asimismo en el tiempo. Es un modelo competitivo que tiene carácter trascendental. Y todo una parte de estimar “lo diferente” para empezar el recorrido.

Usted es una parte de ése cosmos de “diferentes” que puebla la existencia. Lo es desde el día que nació. No hay ninguna persona afín en parte alguna. Tiene dones, virtudes y fortalezas que no pueden equipararse, entonces ¿por qué intentar ser igual a otros y deambular en vías de alto tráfico?

Esos elementos diferenciadores pueden ser invertidos en sus proyectos profesionales y de negocios. Son una base invalorable para planear el viaje, pues aparte de lo dicho, toda distinción sobre la que se basen las acciones, fortalece el circuito de la satisfacción.

Nada se hace mejor que aquello que pocos pueden hacer con exactamente la misma solvencia y eficiencia. Eso produce una retroalimentación poderosa. Es cierto, desde siempre y en toda circunstancia, que la excelencia es una consecuencia del amor.

En tanto es ineludible hacer lo que corresponde en esta vida, adoptar el criterio de no competir para ser el mejor y más bien hacerlo para ser único, semeja un acto inteligente.

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, radica en la urbe de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. En nuestros días se desempeña como Gerente de su Empresa, Asesor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Entrenador de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

Mail: [email protected]

Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos

Twitter: @NavaCondarco

Latest Posts

MÁS VISTOS