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Éxito y descalabro se escriben con letras minúsculas

El éxito y descalabro de actos, procesos o estados de vida, son producto de pequeños hechos acaecidos y amontonados a lo largo del tiempo. No son acontecimientos que se presentan de casualidad o repentina, son efectos y resultados agregados a lo largo del tiempo.

Esto es algo conmovedor: tratándose de valorar éxito y descalabro no existe nada magnífico o épico, y tampoco hay drama. Son acontecimientos que se forman en la menudencia prácticamente inapreciable de los hechos rutinarios, en el anonimato de las rutinas. Pueden lograr el tamaño de la “muralla china”, mas no dejan de ser el agregado de miles y miles de pequeños ladrillos.

Es que realmente, todo el Cosmos se explica en lo pequeño, no en lo grande. Lo enano da forma a lo magnífico, no existe el fenómeno inverso.

De lo precedente no escapa ningún fenómeno humano.

Por otro lado, toda situación que concluye siendo agraciada o poco afortunada tiene una raíz común. Éxito y descalabro son dos ramas que surgen del mismo leño, no son acontecimientos de génesis independiente.

En esto sí hay algo de drama, singularmente si se aborda el tema con ingenuidad. Por el hecho de que el hecho que éxito y descalabro sean pequeños acontecimientos con raíz común, implica que están presentes en todo instante y en todos y cada acto de las personas.

¡Así es! Los humanos se juegan su destino minuto a minuto, cada momento de sus vidas.

La resolución de acallar u obedecer la señal del reloj despertador para salir de la cama, es un acto que puede acotar el destino, si bien parezca absurdo. Y lo puede hacer para bien o para mal, en dependencia de la orientación que tome cada persona. Del mismo modo la resolución de hacer aproximadamente ejercicio día tras día, o la elección del bocadillo que se come.

Estos acontecimientos “insignificantes” alcanzan trascendencia por su agregación a lo largo del tiempo. Así se produce el enorme efecto, el resultado mayor. Cuando “pequeños ladrillos” se amontonan, uno a uno a lo largo de bastante tiempo, forman una muralla que puede observarse desde la luna.

Ahora bien, la manera final de los sucesos depende de la orientación que se dé a los pequeños acontecimientos. Si para mal se amontonan, van a llevar al descalabro, y si son para edificación, van a conducir al éxito.

En este proceso hay que tener en cuenta algo adicional: estos pequeños acontecimientos no tienen efectos perceptibles en el instante que suceden, ni positivos ni negativos. Acá reside el drama.

Que una persona tome la resolución de substituir “ésa” travesía que debía hacer, por otra porción de helado frente al T.V., NO tiene ningún efecto inmediato, mucho menos “conmovedor”. Es algo plenamente inapreciable, igual que el caso inverso.

Mas si ése pequeño acto se repite y repite, brota el carácter agregado del acontecimiento, el efecto compuesto a lo largo del tiempo. El éxito y el descalabro tuvieron génesis en exactamente el mismo instante y sitio, mas si la persona decide por la porción de helado va a tener un camino, y si opta por la travesía va a tener otro.

Este es el carácter de la vida. Ella se juega en un planeta pequeño donde no existen ni premios ni castigos inmediatos. No hay nada pomposo.

Los pequeños actos que conducen al éxito en la vida son muy simples de hacer… y asimismo muy simples de no hacer. ¿Se da cuenta?

Ése es el pequeño detalle, la “ligera ventaja”, el “Slight Edge” que fabulosamente expone Jeff Olson en su libro. Todos y cada uno de los humanos andan cada instante sobre una línea delgada que divide positivo de negativo, lo bueno de lo malo. Y cada uno de ellos de esos actos es muy simple de hacer… y asimismo muy simple de no hacer.

El éxito y el descalabro se escriben con letras minúsculas por el hecho de que son producto de esas resoluciones y actos pequeños. No hay acontecimientos majestuosos, grandes sacrificios o definiciones épicas. Todo es pequeño, prácticamente inapreciable, meditar a lo grande no conduce a la grandiosidad, es cuestión de dar un paso a la vez.

Ahora bien, en este punto corresponde hacer un llamado a la sabiduría para eludir una vida de descalabros gestada en pequeños actos rutinarios.

Y ésa sabia recomendación se basa, evidentemente, en exactamente el mismo “slight edge” de Olson, en ése “pequeño detalle”:

Si el éxito se escribe con “e” minúscula, entonces es simple alcanzarlo tomando las resoluciones apropiadas cada momento de la vida.

Definiciones y actos positivos prácticamente inapreciables. Entonces todo lo demás es efecto compuesto. Si se amontonan “pequeños ladrillos”, la “gran muralla” toma forma sin esmero.

Para la persona inteligente el mensaje es muy claro: las cosas positivas y edificantes son muy simples de hacer cuando se abordan como pequeños elementos. Ciertamente se viajan mil quilómetros punto por punto. Se edifica un enorme conocimiento leyendo diez páginas de un libro día a día, y caminando unas decenas y decenas de pasos en la jornada, se garantiza un estado saludable para muchos años.

Solo se precisa comprender la magia que existe en las pequeñas acciones sometidas al efecto multiplicador del tiempo.

Para ellas no hay prácticamente nada imposible. Todas y cada una de las personas pueden lograr lo que se plantean si suman “pequeños ladrillos” a su obra todos y cada uno de los días. Esos actos que son simples de hacer, y asimismo simples de no hacer.

Como es lógico, para ello se precisan cualidades escasas en los individuos de este mundo: sana ambición, mentalidad positiva, paciencia y tenacidad.

Sin ellas todo es ambivalencia. Da lo mismo un pequeño éxito hoy que un descalabro mañana. Así vive la enorme mayoría, en una zona gris que jamás es “ni chicha ni limonada”. Lo cierto es que mientras que éxito y descalabro se escriben con letras minúsculas, MEDIOCRIDAD se escribe siempre y en todo momento con caracteres capitales.

Por esto, empiece ahora a planear pequeños actos que edifiquen progresivamente sus victorias. Tan pequeños que no se puedan infringir. No crea que por esta razón poco avanza, es todo lo opuesto. Cuando estos enanos actos se añaden en el tiempo, son como el centavo que al duplicarse día a día se transforma en muchos millones en solo un mes.

Tenga como filosofía de vida que TODO ES POSIBLE, por el hecho de que la grandiosidad es solo la suma de actos pequeños.

Sea sanamente ambicioso, comprenda que ha llegado a este planeta con una promesa personal e inevitable. Esté seguro que es esencial para este planeta, pues no sería lo mismo sin . Aspire, ambicione, ponga sus ladrillos todos y cada uno de los días y aguarde. Todo lo demás es solo una mentalidad de escasez que choca con la exuberancia que caracteriza al Cosmos.

Adopte la paciencia que aconseja Santiago, sin ella no puede cabalgar sobre el tiempo. Y active la tenacidad de Converses Goodyear, pues con ella su victoria es ineludible.

Éxito y descalabro se escriben con letras minúsculas. Es imprescindible que lo reconozca. Pues esta verdad trae envueltas dos promesas, la posibilidad de triunfar en la vida y lograr todo cuanto quiere, o la de ser totalmente derrotado prácticamente sin caer en la cuenta.

Este es el pequeño detalle…

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, radica en la urbe de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. En nuestros días se desempeña como Gerente de su Empresa, Asesor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Entrenador de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

Mail: [email protected]

Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos

Twitter: @NavaCondarco

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