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diez Cosas que ningún Jefe puede tener sin tu aprobación

El arte de dirigir individuos es uno de los más complejos que existe. No hay recetas escritas que puedan considerarse eficaces ni tiempo de aprendizaje suficiente. Hay una sola premisa que puede conducir de manera exitosa a destino: la actitud. El jefe no conquista sus metas conforme a lo que sabe, más bien dependiendo de la conducta que mantiene con sus subordinados.

Esto marcha igual en cualquier sistema de trabajo colectivo, se trate de un empleo o bien un emprendimiento: si las personas no trabajan bien por el hecho de que desean, entonces solo hacen lo que deben. Y de producirse esto último, la Organización opera (ocasionalmente) con propiedad, mas no conoce la excelencia.

La dirección eximia de los humanos (llámese liderazgo o bien lo que sea), pasa por conquistar corazones, no por aprovechar psiques. Y esto difícilmente se adquiere con dinero, hace falta invertir una actitud adecuada, sostenida y también inalterable.

Hay cosas que ningún jefe puede tener sin la aprobación del subordinado:

1.- Confianza:

Es bien simple. Si el subordinado no confía en el Jefe, no interpone su mejor empeño. Va a dar de sí lo rigurosamente recomendable. Comprender esto es clave. Lo “conveniente” no es necesariamente algo malo, mas raras veces es lo mejor.

La mayor parte de los jefes, y por consiguiente las Organizaciones, se sienten bien consiguiendo un resultado “conveniente” del equipo de trabajo. Son como esa persona que tiene un auto deportivo mas jamás lo maneja a más de cincuenta quilómetros por hora.

La confianza del resto se gana por méritos concretos, no por efecto de lo que disponga una estructura. Ninguna instrucción o bien arenga conquista la confianza del resto, solo la experiencia específica. Es preciso que el jefe pruebe, con el tiempo, que se puede confiar en lo que afirma y hace.

La confianza se basa en una relación, no es cuestión de instantes. Demanda amedrentad. Requiere compartir experiencias, buenas y malas. Pocos jefes invierten esto de sí para conseguirla. La mayor parte estima que en tanto las cosas no están mal, entonces están bien por defecto.

El jefe que conquiste la confianza del resto, no va a estar obligado a deambular solo por caminos pavimentados, va a poder tener compañía todavía en las rutas (frecuentes y complejas), de la preocupación y el descalabro.

dos.- Respeto:

El respeto asimismo se consigue. No se solicita. Ningún título o bien cargo jerárquico lo da “per se”. Tampoco es cuestión de conocimientos o bien habilidades. Se puede ciertamente respetar la capacidad de alguien con respecto a cierta cosa, mas ese es un respeto que surge de la razón, no del corazón.

El auténtico respeto se da a la integridad. Es un reconocimiento a la conducta del resto que ha sido puesta a prueba en diferentes circunstancias. Un individuo íntegro actúa en función de lo que ES, no de lo que le pasa.

Hay jefes de ánimo templados que se calientan o bien enfrían conforme a lo que ocurre, y eso no logra el respeto de absolutamente nadie.

tres.- La fidelidad y el jefe:

Esta es, en teoría, más fácil de conseguir. Ahora bien, en la práctica no es nada simple. Hace falta algo que no todos y cada uno de los jefes comprenden. La fidelidad es una calzada de doble vía: se consigue en el momento en que se la da.

Como quién planta semillas de un árbol de naranjas no consigue bananos, quién siembra fidelidad cosecha fidelidad. No hay margen para otro género de cálculos.

¿Sabe cuando se forja la fidelidad? En los instantes bastante difíciles. En esas situaciones en las que alguien se siente solo y descuidado. Cuando las circunstancias castigan.

Si el jefe continúa firme con quién encara la contrariedad, gana una persona que le va a ser fiel cuando ocasionalmente le suceda lo mismo.

La fidelidad es una póliza de seguro que se debe abonar de forma permanente, mas se puede cobrar cuando más se precisa.

cuatro.- Admiración:

Las personas admiran de otros lo inusual. Eso que no es común y que pocos tienen.

Todas y cada una de las actitudes del jefe que resalten sobre el resto, edifican la admiración de los cooperadores. Singularmente si se mantienen impasibles en el tiempo.

Hay un homónimo de “excepcional” que ayuda a comprender esto: excepcional. Esto desea decir “más allí de lo ordinario”. ¿Y qué es ordinario? Algo común y de poca calidad.

Comunes y corrientes son prácticamente todos en sus actos rutinarios. Pocos invierten auténtica calidad en lo que hacen, por esto son considerados, mas rara vez admirados.

Ahora bien, el jefe inusual es producto del humano inusual. En esto la estructura determina la función. Absolutamente nadie puede ser admirado por el resto si solo se esmera en cumplir un papel. En esto es preciso SER para HACER.

cinco.- La verosimilitud y el jefe:

Cumplir promesas y honrar la palabra. Estos son los ingredientes de la verosimilitud. Hay que ser inteligente y tener mucho carácter para jurar algo y no fallar. Absolutamente nadie tiene control sobre el destino, de ahí que las promesas precisan inteligencia. No se las puede subscribir a diestra y siniestra.

La mejor promesa del jefe es “dar lo mejor de sí y hacer todo cuanto esté a su alcance”. Esto indica humildad y edifica verosimilitud. Cualquier otra cosa es soberbia y una apuesta peligrosa con el destino.

Otros elementos que ningún jefe puede tener sin tu aprobación.-

Jefe

seis.- Honestidad:

Es verdad que la sinceridad es una cualidad personal que no ha de estar sosten a condicionamientos externos. Quien se jacta de ser una persona franca no puede dudar esta condición conforme a las circunstancias.

No obstante, como en otros muchos casos, la sinceridad tiene grados y matices. Aspectos activos y pasivos.

Cuando el jefe no actúa apropiadamente con sus cooperadores, como máximo consigue de ellos un básico sentido de honradez personal, uno particularmente “pasivo”. No obstante, algo diferente ocurre con los aspectos “activos” de la sinceridad.

La persona franca “activa” esta cualidad insinuando y planteando lo que considera apropiado para el bien común. Si las condiciones en la relación no están dadas, esta activación no se da.

siete.- Retroalimentación positiva:

La retroalimentación como tal es producto de que la relación se halle bien establecida. No se afirme una de carácter positivo.

El jefe inteligente debe comprender que la retroalimentación por la parte de sus cooperadores solo enriquece su situación, la alimenta, la afina y le da mayor calidad.

Este circuito virtuoso de intercambio de energía no puede establecerse por regla. Realmente ningún planteamiento dirigido a la productividad puede hacerlo. Para lograr una retroalimentación positiva de quienes dirige, el jefe debe haber afianzado todo lo precedente.

ocho.- Compromiso:

Comprometerse con algo o bien alguien no es un tema de capricho o bien pertinacia. Es sencillamente la manera de lograr con eficacia lo que se quiere.

Jamás surge exactamente el mismo resultado de un equipo de trabajo comprometido y uno que sencillamente hace lo que debe. Acá se manifiesta el sentido de la eficacia. Cuando el compromiso de las personas existe en una tarea, los resultados se consiguen invirtiendo recursos más limitados, sacrificios y tiempo.

Ahora bien, no existe forma que el jefe “active” el compromiso del resto sencillamente pues desea o bien lo ve recomendable. Esto es siempre y en todo momento un resultado, no un camino. Hay mucha distancia entre un trabajo profesional y uno comprometido. En el primero predominan aspectos teóricos y racionales, en el segundo se aúna el factor sensible.

Quienes mantienen que un profesional es en verdad una persona comprometida con el trabajo que hace, conocen poco de la naturaleza humana. El compromiso es producto de otras variables que se presentan en el entorno de trabajo. Y tienen mucho que ver con el liderazgo. Responsabilidad es una cosa y compromiso otra.

A fin de que una persona se comprometa, deben construirse factores sensibles que sostengan la actitud. Y este es un resorte del jefe, no del cooperador.

nueve.- cien por ciento de esfuerzo:

Esta es una consideración de aritmética simple. cien por ciento es algo diferente a noventa por ciento , ochenta por ciento o bien sesenta por ciento .  ¿Hace falta más análisis para entender esto?

Solo los líderes eximios en el arte de dirigir a las personas logran que inviertan sostenidamente el cien por ciento de sus sacrificios para llevar adelante el trabajo y lograr los objetivos.

diez.- Entusiasmo:

Este es, por definición, un sentimiento intenso de ensaltación del ánimo producido por la admiración apasionada de alguien o bien algo.

Probablemente pueda considerarse la cereza del pastel. Si el jefe ha construido la relación con el equipo fundamentado en lograr aquello que las personas no tienen la obligación de darle, va a tener un conjunto de seres encantados con lo que hacen. Y puesto que este es un motor primordialmente sensible, el poder del activar colectivo está garantizado.

El potencial del trabajo en grupo es enorme. La historia humana de este modo lo testimonia. Cuando los factores que definen las acciones de las personas están bien alineados, todo se puede lograr.

Hay apenas un requisito fundamental: que el jefe pueda conquistar aquello que las personas de su equipo de trabajo no tienen la obligación de darle.

(Referencias conseguidas del artículo «11 Things Your Boss Can’t Have Without YOUR Approval» escrito por Frank Sonnenberg)

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, radica en la urbe de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Hoy día se desempeña como Gerente de su Empresa, Asesor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Entrenador de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

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Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos

Twitter: @NavaCondarco

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