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De tu sentido del humor depende lo que alcances en la vida

Peter F. Drucker, el padre del Management moderno, decía: “Corresponde tomarse el trabajo de verdad, mas jamás te tomes muy de verdad a ti mismo”. Esta consideración debe extenderse al comprensión general de la existencia, por el hecho de que efectivamente corresponde tomar la vida con seriedad, mas vivir… eso es otra cosa. Y para esto no hay mejor lubrificante que el sentido del humor.

En el anhelo de hacer una exposición simpática podría decirse que existen pocas cosas más tristes que una persona que carezca de sentido del humor. Mas esta sería una aseveración banal, por el hecho de que el tema es realmente serio. Quién no puede ver el planeta con un mínimo de alegría, padece formidablemente.

Realmente, todo se trata de una cuestión de ACTITUD. Solamente. Una forma de sentir y comprender las cosas que suceden. No hay habilidades implicadas en esto. Están en lo correcto quienes afirman que “tomarse las cosas con humor es un privilegio de la inteligencia”, mas ello no menciona a conocimientos particulares.

El sentido del humor, en su interpretación más profunda, consiste en reconocer “la gracia” que acompaña a todas y cada una de las cosas que suceden.

“Gracia”. Este precioso término tiene 2 interpretaciones concurrentes. Significa benevolencia, favor o bien beneficio que se recibe sin ningún género de merecimiento. Y asimismo es el don que tienen ciertos para divertirse y hacer reír mediante palabras o bien actitudes.

La existencia es, obviamente, una gracia concedida. Absolutamente nadie tiene efectivo control sobre lo que depara el futuro. El día de hoy se está acá y mañana quién sabe. En tanto esto es cierto, la vida es sencillamente una gracia. Un favor, una bendición recibida sin merecimiento.

Ahora bien, bastantes personas (lastimosamente no las suficientes), hallan confortante esa benevolencia. La ven como una bendición “agradable y grata”. Y desde este punto todo discurre con sencillez, pues del comprensión de lo “grato” procede la significación de lo “gracioso” (del término latín “gratus”, procede el palabra “gratiotus”).

No es que lo agradable “puede ser” jocoso, es que realmente lo es.

El sentido del humor es congruente con la naturaleza de la vida.

Por ende, localizar y comprender su gracia es un acto de básica inteligencia. Reconocerlo es un imperativo existencial, y “celebrarlo”, un don fantástico.

Quién festeja comparte y también implica a el resto. Transmite alegría, levanta el ánimo y enriquece el entorno allí donde está. Progresar de esta forma el planeta es uno de los 2 frutos más grandes del sentido del humor. El otro, que es todavía mayor, se expondrá entonces.

Festejar la gracia de la vida y favorecer el establecimiento de entornos agradables, es un don que tienen pocos. A estos nada les está privado, pues tienen la actitud esencial de los campeones.

Asimismo a efectos de liderar y dirigir a el resto, pocas cosas son más útiles que el sentido del humor.

En referencia a esto, Dwigth D. Eisenhower, el enorme general y presidente americano decía: “El sentido del humor es una parte del arte del liderazgo, de estar con la gente, de hacer que las cosas sucedan”. Un vehículo poderoso para edificar relaciones, desarrollar fe, reconocimiento, percepciones de protección y amor.

Es una actitud que deja enfrentar los sucesos sin dejarse condicionar por la derrota o bien el siniestro. Una suerte de baluarte, un cobijo. Las personas con sentido del humor son capaces de salir adelante de temas frágiles guiados por la esperanza y certidumbre de que todo puede prosperar.

La sabiduría popular agrada decir en instantes de dificultad: “Mantén la calma, todo se resolverá pronto. Un día te vas a acordar con una sonrisa de todo cuanto pasaste ahora”. Y esto es cierto. Si bien cueste comprenderlo, en la vida todo está SIEMPRE bien. La realidad es totalmente neutra. Cada persona interpreta y califica las cosas que le suceden conforme al lente que porta.

Puesto que bien, el sentido del humor es “un lente” estupendamente útil para querer todo. Acrecienta la energía positiva de los sucesos y anula la negativa.

¡Sonríale a la vida! En serio… No hay mejor acto de sano reto y reflexiva aceptación.

Reflexione un instante en esto. ¿Hay algo más confortante que enfrentar la contrariedad con una sonrisa? ¿No da esto más poder que el puño levantado? Por otro lado, piense en lo siguiente: ¿Quizá sonríe la derrota?

Por otro lado, y probablemente esto sea lo más esencial, aprenda a reírse de buen grado de mismo. Este es el fruto más grande del sentido del humor.

Las personas que se toman muy de verdad a sí son dramáticamente enclenques. Inseguras, susceptibles y inhibidas. Viven en concepto de un Ego que demanda muy frecuente protección y cuidado. Son como enormes castillos de cristal que le temen hasta a la roca más pequeña.

Estas personas no pueden exponer grandes logros. Viven dando saltos de mata en mata, resguardándose de todo cuanto nos les semeja apropiado. Alcanzan ridículo dominio en la administración de la seriedad absoluta. Operan conforme a la calificación extraña y se toman todo a pecho.

Quién es capaz de reírse de sí, festeja su existencia. No es otra cosa. Nada reduce ni minimiza. No solicita ni da. Solo relativiza la aparente majestuosidad de los acontecimientos. Les da el tamaño que realmente tienen.

Aprecie el tamaño del Cosmos. Toda nuestra galaxia es como una mancha de polvo en el desierto. Imagine, en este contexto, la proporción de una simple persona. ¿Es razonable darse tanta relevancia? ¿Es preciso considerarse el “hueco” del queque y suponer que todo vira conspirativamente alrededor?

¡Absurdo!

En consecuencia ríase de mismo. Y con buena gana. Eso tiene el efecto del sol de mediodía sobre unos gramos de margarina. Si por nada se da por perjudicado, entonces nada puede afectarlo. El proceso comienza por allí: en uno mismo. Entonces todo lo demás es accesorio. Lo que piensen o bien afirmen el resto, es inconveniente de ellos.

Y hablando de “sentidos”…

Afirma asimismo la sabiduría popular que “el los pies en el suelo es el menos común de los sentidos”. En esto tampoco se confunde. No tener sentido del humor es un disparate básico y monumental.

Por el hecho de que finalmente:

Si uno siempre y en todo momento presenta una sonrisa a la vida, consigue de retorno asimismo una sonrisa. Y si la vida le sonríe, ¿A qué más puede aspirar?

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, radica en la urbe de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. En nuestros días se desempeña como Gerente de su Empresa, Asesor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Entrenador de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

Mail: [email protected]

Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos

Twitter: @NavaCondarco

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