Bajaban felices miles de personas camino del templo blaugrana. Iban pandillas de amigas y amigos. Familias enteras. Pequeñas y pequeños. De reojo, miraban al cielo. Al comienzo, ni una gota de lluvia. Dos horas antes que el balón rodase por la cuidadísima pradera del Camp Nou se vivía una sensación de tarde / noche grande. Muy grande. Y lo era.
Hasta noventa y uno y quinientos cincuenta y tres personas se reunieron en el estadio blaugrana para acudir al Barcelona-la villa de Madrid de la Champions femenina. En Europa jamás hubo tanta gente viendo un partido. Ni en el planeta. Superó el registro de USA y con ocasión de un Mundial, que data ya de mil novecientos noventa y nueve.
Es una noche para la historia la del treinta de marzo del dos mil veintidos en el hogar barcelonista saboreando cada segundo de ese pase a las semifinales con una victoria que nunca se va a olvidar (cinco-dos) para firmar un récord mundial.
Paseaban esas miles y miles de personas sonrientes, siendo conscientes de que estaban asistiendo a algo único. Un partido jamás visto ya antes. Un partido que no ha de ser la cima de algo sino más bien «el comienzo de una nueva era», como presagió Alexia Putellas, la mejor jugadora del planeta.
Una era en la que acabaron haciendo ola tras una reacción soberbia del Barcelona al gol de Zornoza (1-dos). En apenas diez minutos, firmaron las blaugranas 3 tantos que removieron los cimientos del anciano Camp Nou provocando hasta la ola con ese triunfo fantástico.
Atascos y colapso
Y eso que la urbe se colapsó de tal forma que provocó atascos inacabables en la proximidad del estadio, retardando la llegada al partido, que estaba rodeado de un halo singular como probó que no se llevaba ni media hora y ya se había cantado a capella el himno del F.C. Barcelona en un par de ocasiones, con mosaicos surgidos de forma espontánea desde el corazón de la afición barcelonista. Para comprender la dimensión de lo sucedido en el estadio, el F.C. Barcelona-la capital de España de la Liga Santander reunió a ochenta y seis y cuatrocientos veintidos espectadores el mes pasado de octubre.
Y en el minuto sesenta y siete, ya con cuatro-dos para el F.C. Barcelona, el estadio salvó su versión más creativa con un canto jamás escuchado ya antes tampoco. «¿Dónde estás Florentino? ¿Florentino, dónde estás?»
Precisó prácticamente cuarenta minutos de juego el Camp Nou para reunir a las miles y miles de personas que iban en procesión sintiéndose actores primordiales de una tarde para la historia, con un entorno increíble, que trasciende mucho alén de lo puramente deportivo. Representan el futuro. Ya ha llegado.
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— FC Barna Femení (@FCBfemeni) treinta de marzo de dos mil veintidos
Y en el minuto sesenta y siete, ya con cuatro-dos para el Barcelona, el estadio salvó su versión más creativa con un canto jamás escuchado ya antes tampoco. «¿Dónde estás Florentino? ¿Florentino, dónde estás?». Ni indicio del presidente del la capital de España en el palco, donde Joan Laporta estuvo acompañado por Pere Aragonés, el president de la Generalitat. Hace una semana, tampoco fue Florentino Pérez a Valdebebas, la urbe deportiva madridista en el 1-tres de la ida.
— FC Barna Femení (@FCBfemeni) treinta de marzo de dos mil veintidos
Un canto, que una vez conocido el récord mundial de noventa y uno y quinientos cincuenta y tres espectadores, se volvió a reiterar preguntando donde andaba el presidente del club blanco. Ni indicio.
1.- RÉCORD MUNDIAL
noventa y uno y quinientos cincuenta y tres personas. treinta de marzo de dos mil veintidos
Camp Nou (Barna)
Cuartos de la Champions
Barcelona-la villa de Madrid
dos.- ANTERIOR RÉCORD MUNDIAL
noventa y ciento noventa y cinco personas. diez de julio de mil novecientos noventa y nueve
Rose Bowl (Pasadena, California)
Final Mundial-noventa y nueve
USA-China (cero-cero, cinco-cuatro pp)
tres.- ANTERIOR RÉCORD EUROPEO
sesenta y setecientos treinta y nueve personas. diecisiete de marzo de dos mil diecinueve
Wanda Metropolitano (la capital de España)
Jornada veinticuatro de Liga
Atlético-la capital de España-FC Barna (cero-dos)
El cielo estaba azul, azul brillante sobre el Camp Nou, tal y como si pretendiese respetar la magnitud del evento. Poco habituado como está ese viejo templo, construido en mil novecientos cincuenta y siete, obligado a una urgente y auténtica reforma pues el paso de los años, más de medio siglo, lo ha estropeado.
De Imma a Alexia
Mas aún así, viejo y gastado como está, se conmovió por el hecho de que jamás ya antes había gozado de un encuentro así. Un Barcelona-la capital de España de Champions femenina. Un F.C. Barcelona-la capital española de mujeres honrando la audaz, revolucionaria y singular idea de Inma Cabecerán, aquella joven de dieciocho años que en el mes de noviembre de mil novecientos setenta llamó a la puerta del despacho de Agustí Montal, entonces presidente del Barcelona. “Quiero que haya un equipo de mujeres”, le afirmó entonces sin saber de qué manera ni en qué momento lo haría.
Un mes después, Navidad de mil novecientos setenta, ya en los años finales del franquismo, jugaban de blanco -el club no les dejó utilizar ni los colores blaugranas ni el escudo, si bien , cabezotas y obstinadas en su sueño, consiguieron que sus medias por lo menos sí que tuvieron el azul y grana que entronca con la cultura del club- el primer partido que rompía el auténtico techo de cristal.
Con el atrevimiento de Imma comenzó todo, mas sin la indestructible fuerza de voluntad de Núria Llansà, presidente, adiestradora, directiva deportiva, sicóloga, madre y compañera, que soportó la interminable travesía por el desierto de la incomprensión y los insultos, aparte del abominable rechazo general nada de lo sucedido esta tarde en el Camp Nou habría ocurrido.
Imma comenzó esa exorbitante obra, Núria le dio vida cuando todos le empujaban cara la desaparición y Alexia, que ha proporcionado vuelo universal y planetario al empuje de aquellas vanguardistas, quedan unidas por ese hilo argumental que alcanzó en el duelo contra el la capital de España la expresión máxima. Era un partido irreal. Ni tan siquiera soñado.
«¿Imaginarlo? No, pues solo veía jugar a hombres en este estadio. Sabía que podía jugar al futbol, mas veía inalcanzables estas dimensiones», aceptó Alexia Putellas, Balón de Oro, intranquiliza y inquieta, sintiéndose, nuevamente, vivir en el centro de una película para la historia.
History made! What an amazing crowd at tonight’s #UWCL match! pic.twitter.com/1CUTIjXNMY
— UEFA Women’s Champions League (@UWCL) treinta de marzo de dos mil veintidos
«Esto puede marcar un punto de inflexión en el futbol femenino», predijo la talentosa jugadora que ha alcanzado la perfección con la pelota entre sus frágiles pies. Y lo marcó Alexia. Naturalmente que sí.
El enorme altífono del Camp Nou
No se confundió. Nada va a ser igual como anteriormente. Ni muchísimo menos. «El Barcelona es el club más grande y tiene ese altífono», anunció Alexia, mientras que las jugadoras del la capital española, para quien el Bernabéu prosigue siendo, por el momento, un coto cerrado asomaban por el túnel de vestuarios mirando sorprendidas lo que tenían a su alrededor. Un imponente y viejo estadio, capaz de reunir a cien personas, mas que vacío impone aún más.
Se hacían fotografías para rememorar la tarde en que pisaron por primera vez la yerba de un campo tan enorme. Hasta vídeos. Y alguna de ellas hasta corría festejando un gol falso. Cuando salió el Barcelona a calentar, ya había más de diez.000 personas en las gradas. Quedaba aún una hora para el comienzo del encuentro. Al escucharse por la estridente megafonía del estadio el nombre de Alexia Putellas atronó una ovación.
Con el partido ya en marcha, cientos de personas corrían por las proximidades del estadio pues llegaban tarde. Y no deseaban perderse nada de lo que sucedía dentro, con un choque lleno de magia, surgiendo el mosaico de ‘More than empowerment’ (más que empoderamiento).
Con Xavi y Puyol en el palco del Camp Nou, al que no dejaba de llegar gente y más gente, el partido adquiría un tono más apasionante tras el gol de Mapi León (1-cero, m. ocho), igualado inmediatamente por el penalti marcado por Olga (1-1, m. dieciseis).
Una reacción de futbol y emoción
Acabada la primera parte, con esa igualada en el marcador (1-tres en la ida para las blaugranas), empezó a llover sobre el estadio, como ese monumental golazo de Claudia Zornoza (1-dos, m. cuarenta y ocho) desde cuarenta y cinco metros, igualado de forma rápida por Aitana Bonmatí (dos-dos, m. cincuenta y uno) con un preciso zurdazo simbolizada su alegría con la de miles y miles de barcelonistas y el catorce, que fue de Cruyff, a su espalda.
Tras el 1-dos del la capital de España, solamente iniciarse la segunda parte, un vendaval del Barcelona desató una ola de alegría con diez minutos imborrables firmando 3 tantos
Si bien Claudia Pina, con otro zurdazo fantástico, si bien dio la sensación de que deseaba centrar, puso en pie al Camp Nou en unos minutos mágicos (tres-dos, m. cincuenta y cinco) surgiendo, nuevamente, el mosaico, atronando, otra vez, el himno utilizando entonces la linterna de los móviles como fuente de luz para provocar otra imagen para el recuerdo.
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Faltaba, claro, el gol de Alexia (cuatro-dos, m. sesenta y dos) a fin de que la celebración fuera aún más redonda, por más que la pelota entrase dulcemente una vez que Misa, la portera del la villa de Madrid, viese quebrarse sus manos. Y el Camp Nou más festivo que se recuerda en los últimos tiempos coreó el nombre de Alexia. Mas 4 no bastaban. Llegó el quinto de Graham Hansen en una colérica segunda mitad llena de futbol y emoción (cinco-dos, m. setenta).
Vuelta de honor culé; grandiosidad blanca
Y el F.C. Barcelona se puso a dar la vuelta de honor por el Camp Nou, con el la capital española ofertando un ademán de grandiosidad, aplaudiendo a los apasionados blaugranas, al paso que soportaron sobre el césped en un caso de deportividad. No, no era una Champions lo que celebraban las blaugranas. Ni tan siquiera una Liga. Ni tampoco el valor de un récord inusual que pone al equipo y, naturalmente, al club, en la cima del planeta. Era el reconocimiento del trabajo bien hecho, dignificando el legado que edificaron en mil novecientos setenta Imma y sus amigas.